Una brújula para una alimentación sana
Los adolescentes, al igual que los expertos en nutrición, utilizan la "naturalidad" para juzgar la salubridad de un alimento
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Cualquier viaje al supermercado implica innumerables decisiones. En los estantes de una tienda alemana media hay más de 10.000 productos, e incluso dentro de una misma categoría de productos la elección es asombrosa: El consumidor puede elegir entre unos 400 productos cárnicos y 200 de panadería. Orientarse en este complejo entorno cotidiano exige una buena toma de decisiones intuitiva. Investigaciones anteriores han demostrado que la percepción de los niños sobre la calidad y la salubridad de cada uno de los alimentos sigue siendo confusa. Pero, ¿qué ocurre con los adolescentes, que pueden ser ya responsables de la compra de alimentos y que suelen gastar su dinero de bolsillo en cosas para comer?
Los investigadores compararon las percepciones alimentarias de adolescentes de entre 13 y 16 años con las de expertos en alimentación (por ejemplo, dietistas y estudiantes de nutrición). Un tercer grupo estaba formado por adultos jóvenes con una edad media de 30 años. A todos los participantes se les mostraron imágenes de 43 productos alimenticios comunes y se les pidió que calificaran cada producto en función de 17 características, como su contenido en grasas, azúcares y proteínas, su nivel de procesamiento, su origen y su envase. Además, se pidió a los participantes que indicaran lo "saludable" que creían que era cada producto.
Una regla sencilla para juzgar la salubridad de los alimentos
Basándose en los patrones de respuesta de los participantes, los investigadores identificaron las dimensiones en las que los participantes estructuraron sus percepciones de los alimentos. Descubrieron que las evaluaciones de los adolescentes y de los expertos tenían mucho en común. "En todos los grupos, un factor clave que guiaba las percepciones era el grado de naturalidad de un alimento. Los alimentos que tienen menos envoltorio, contienen menos aditivos y están menos procesados se perciben como similares y se agrupan", afirma Thorsten Pachur, investigador principal del Centro de Racionalidad Adaptativa del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano, e investigador principal del estudio. "La naturalidad también fue crucial para juzgar la salud de los alimentos. Cuanto más alta era la puntuación en la dimensión de naturalidad, más sano se consideraba un alimento".
Esta sencilla regla para juzgar la salubridad de los alimentos fue aplicada por los adolescentes y jóvenes adultos, e incluso los expertos en nutrición parecían seguirla. En general, las puntuaciones de salubridad fueron similares en los tres grupos. Las manzanas, el agua, los plátanos y la leche fueron percibidos como muy saludables, los tomates secos y las barritas de muesli como bastante saludables, y las barritas de chocolate y las galletas como menos saludables.
Valoración errónea del zumo de naranja y los palitos de pescado
Pero también hubo algunas diferencias interesantes entre los tres grupos. Los adolescentes calificaron algunos alimentos -como el zumo de naranja y los palitos de pescado- como mucho más saludables que los expertos. Parece probable que sus juicios se basaran en la percepción de que las naranjas y el pescado son saludables. Pero el zumo de naranja tiene un alto contenido en azúcar, y el empanado de los palitos de pescado tiene un alto contenido en grasa y calorías, lo que anula los beneficios del pescado por su alto contenido en minerales y ácidos grasos omega-3. Sólo los expertos parecían ser conscientes de ello. Es más, las clasificaciones mentales de los alimentos por parte de los adolescentes parecían implicar una distinción "dulce frente a salado", es decir, un simple componente de sabor. En los otros grupos, las percepciones se estructuraron únicamente en función de los ingredientes, principalmente el colesterol, la grasa y las proteínas. Los adolescentes también utilizaron el componente del sabor para evaluar la salubridad de los alimentos, calificando los alimentos dulces como menos saludables que los salados.
Otra diferencia entre los grupos fue la variabilidad de sus respuestas. Mientras que las puntuaciones de los expertos fueron muy consistentes, las de los adolescentes fueron mucho más variadas. Esto indica que algunos adolescentes carecían de los conocimientos alimentarios pertinentes y adivinaban algunas de las respuestas. Por ejemplo, las valoraciones individuales sobre el salmón y el ketchup o, en general, sobre nutrientes como las grasas "buenas", la fibra y el colesterol variaron notablemente.
Los resultados muestran que los aspectos de naturalidad ayudan a los consumidores a navegar por el complejo entorno alimentario y a evaluar intuitivamente lo saludable que es un alimento. Los adolescentes ya tienen esta intuición y, como también la utilizan los expertos, la naturalidad parece proporcionar pistas eficaces para identificar los alimentos saludables. Al mismo tiempo, el estudio sugiere que la educación nutricional de los adolescentes debe centrarse en sus conocimientos sobre los ingredientes de los alimentos. Esto sería beneficioso, ya que los resultados de otros estudios demuestran que un mejor conocimiento de los alimentos y la nutrición está vinculado a elecciones de consumo más saludables. En general, sin embargo, parece que se han sentado las bases para tomar buenas decisiones alimentarias intuitivas.
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