Los científicos afirman que el enfoque "One Health" de la sanidad vegetal es vital para lograr una seguridad alimentaria mundial sostenible
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Los investigadores, que publican un comentario en la CABI Agricultura y Biociencia Los investigadores, que publican un comentario en la revista "One Health", sugieren que la perspectiva de "Una sola salud" puede ayudar a optimizar los beneficios netos de la protección de las plantas para conseguir mayores ganancias en seguridad alimentaria y nutrición.
Una sola salud es un enfoque integrado y unificador que pretende equilibrar y optimizar de forma sostenible la salud de las personas, los animales y los ecosistemas. Reconoce que la salud de las personas, los animales domésticos y salvajes, las plantas y el medio ambiente en general están estrechamente vinculados y son interdependientes.
LaDra. Vivian Hoffmann, investigadora principal del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), es una de las autoras principales del comentario, que se centra en dos compensaciones principales que se encuentran en la interfaz de la salud de las plantas con la de los animales, los ecosistemas y los seres humanos.
El Dr. Hoffmann y los investigadores afirman que la protección de la salud de las plantas mediante el uso de productos agroquímicos frente a la minimización de los riesgos para la salud humana y la resistencia a los antimicrobianos e insecticidas es una consideración.
Otra, según los científicos, es garantizar la seguridad alimentaria dando prioridad a la salud de los cultivos para maximizar la producción agrícola frente a la protección de los sistemas medioambientales.
El comentario, que surge de un seminario web organizado por el CGIAR y al que asistieron más de 200 participantes de todo el mundo, analiza los retos y las oportunidades de avance asociados a cada una de estas compensaciones, teniendo en cuenta cómo las prioridades y las limitaciones de las partes interesadas pueden variar según el género.
Destaca que el fomento de la capacidad de los organismos reguladores de los países de ingresos bajos y medios para realizar análisis de costes y beneficios tiene el potencial de mejorar la toma de decisiones en el contexto de estas y otras compensaciones multidimensionales.
El seminario web incluyó presentaciones sobre la intensificación sostenible, los beneficios para la salud de las plantas y los riesgos para la salud humana del uso de estiércol y aguas residuales para fertilizar los cultivos alimentarios; la experiencia de Tanzania con la regulación de los plaguicidas, la gestión de los riesgos de seguridad alimentaria asociados a las plantas donde la capacidad reguladora es débil, y el papel del género en "Una Salud".
El Dr. Hoffmann dijo: "Aumentar el rendimiento de los cultivos mediante plantas sanas es fundamental para lograr la seguridad alimentaria de una población mundial creciente. Pero la producción agrícola también supone una amenaza para los procesos medioambientales que sustentan la salud humana".
El comentario, por ejemplo, destaca que la agricultura contribuye con el 34% de las emisiones de gases de efecto invernadero, consume el 84% del agua dulce y es la mayor fuente de eutrofización que provoca la contaminación por nitrógeno y fósforo en los sistemas acuáticos.
"Las intervenciones para fomentar prácticas fitosanitarias que equilibren las preocupaciones ecológicas y la producción de alimentos deberán tener en cuenta las limitaciones, necesidades y motivaciones de los agricultores, incluidas las relacionadas con el género", añadió Hoffmann.
Los participantes en el seminario web señalaron que los agricultores y otras partes interesadas con medios limitados, y las mujeres en particular, no pueden permitirse el lujo de dar prioridad a la sostenibilidad medioambiental.
El Dr. Hoffmann dijo: "Esto apunta a la necesidad de financiación externa, quizás a través de fondos internacionales de desarrollo verde o del clima, para promover prácticas agrícolas ecológicamente sostenibles".
Los científicos también creen que las compensaciones dependerán en gran medida de la intensidad de la exposición a los peligros medioambientales, la situación de la seguridad alimentaria y los niveles de ingresos, todo lo cual varía según los países. Por ello, afirman, es necesario realizar un análisis específico del contexto y, por tanto, una mayor capacidad de análisis coste-beneficio en los países de ingresos medios y bajos, como cuestión prioritaria.
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