Un equipo internacional de científicos afirma que identificar algunos alimentos como adictivos podría cambiar actitudes y estimular la investigación
Un científico del Instituto Fralin de Investigación Biomédica se une a colegas de tres continentes para pedir un replanteamiento global de las opciones alimentarias
Clayton Metz/Virginia Tech
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"Hay un apoyo convergente y consistente a la validez y relevancia clínica de la adicción a la comida", dijo Ashley Gearhardt, autora correspondiente del artículo y profesora de psicología en la Universidad de Michigan. "Al reconocer que ciertos tipos de alimentos procesados tienen las propiedades de las sustancias adictivas, quizá podamos ayudar a mejorar la salud mundial".
Aunque la gente puede dejar de fumar, beber o apostar, no puede dejar de comer, afirma la coautora Alexandra DiFeliceantonio, profesora adjunta del Instituto de Investigación Biomédica Fralin. El reto, y la cuestión abierta y controvertida, es definir qué alimentos tienen más potencial de adicción y por qué.
Su trabajo se publicó el 10 de octubre en Food For Thought, una edición especial del British Medical Journal, una publicación de gran impacto y una de las revistas médicas más antiguas del mundo.
DiFeliceantonio es también director asociado del Centro de Investigación sobre Conductas de Salud del Instituto de Investigación Biomédica Fralin y profesor adjunto del Departamento de Nutrición Humana, Alimentación y Ejercicio de la Facultad de Agricultura y Ciencias de la Vida de Virginia Tech.
Según los investigadores, no todos los alimentos pueden crear adicción.
"La mayoría de los alimentos que consideramos naturales o mínimamente procesados aportan energía en forma de carbohidratos o grasas, pero no ambos", explica DiFeliceantonio.
Los investigadores pusieron el ejemplo de una manzana, un salmón y una chocolatina. La manzana tiene una proporción de hidratos de carbono en relación con la grasa de aproximadamente 1 a 0, mientras que el salmón tiene una proporción de 0 a 1. Por el contrario, la barra de chocolate tiene una proporción de hidratos de carbono en relación con la grasa de 0 a 1. En cambio, la tableta de chocolate tiene una proporción de hidratos de carbono por grasa de 1 a 1, lo que parece aumentar el potencial adictivo de un alimento.
"Muchos alimentos ultraprocesados tienen niveles más altos de ambos. Esa combinación tiene un efecto distinto en el cerebro", afirma DiFeliceantonio. Los investigadores también reclamaron más estudios sobre el papel de los aditivos alimentarios utilizados en el procesado industrial. Los principales resultados del análisis son los siguientes
- Los comportamientos en torno a los alimentos ultraprocesados, ricos en hidratos de carbono refinados y grasas añadidas, pueden cumplir los criterios para el diagnóstico de trastorno por consumo de sustancias en algunas personas. Estos comportamientos incluyen un menor control sobre la ingesta, antojos intensos, síntomas de abstinencia y consumo continuado a pesar de consecuencias como la obesidad, el trastorno por atracón, una peor salud física y mental y una menor calidad de vida.
- Este reto sanitario mundial debe tener en cuenta las diferencias geográficas. En una revisión de 281 estudios de 36 países diferentes, los investigadores descubrieron que se estima que la adicción a los alimentos ultraprocesados afecta al 14% de los adultos y al 12% de los niños. En algunos países, los alimentos ultraprocesados son una fuente necesaria de calorías. Incluso en los países de renta alta, los desiertos alimentarios y otros factores pueden limitar el acceso a los alimentos mínimamente procesados. Los investigadores señalaron que las personas que sufren inseguridad alimentaria dependen más de los alimentos ultraprocesados y, por tanto, son más propensas a la adicción a la comida.
- Considerar algunos alimentos como adictivos podría conducir a nuevos enfoques en el ámbito de la justicia social, la atención clínica y las políticas públicas. Las políticas aplicadas en Chile y México -impuestos, etiquetado y marketing- se asocian a una disminución de la ingesta calórica y de la compra de alimentos ricos en azúcar, grasas saturadas y sal, por ejemplo. Y en el Reino Unido, un programa de reducción de la sal se asoció a un descenso de las muertes por ictus y enfermedad coronaria.
Los coautores son expertos internacionales en adicción a la comida, fisiología de la nutrición, señalización de recompensa intestino-cerebro, política alimentaria, adicción al comportamiento y trastornos alimentarios. Reclaman más estudios y más ciencia en torno a los alimentos ultraprocesados,
"Dada la prevalencia de estos alimentos (representan el 58% de las calorías consumidas en Estados Unidos), hay mucho que desconocemos". afirmó DiFeliceantonio.
Los investigadores reclaman más estudios en áreas como: cómo se combinan las complejas características de los alimentos ultraprocesados para aumentar su potencial adictivo; definir mejor qué alimentos pueden considerarse adictivos; las diferencias entre países y comunidades, incluidas las desfavorecidas; el valor de los mensajes de salud pública; y las directrices clínicas para prevenir, tratar y gestionar la adicción a los alimentos ultraprocesados.
Además de Gearhardt y DiFeliceantonio, entre los autores figuran Nassib B. Bueno, profesor de la Universidad Federal de Alagoas (Brasil); Christina A. Roberto, profesora asociada del Departamento de Ética Médica y Política Sanitaria de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania; y Susana Jiménez-Murcia y Fernando Fernández-Aranda, ambos profesores del Departamento de Psicología Clínica del Hospital Universitario de Bellvitge (España).
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