El etiquetado de los alimentos en la UE suele ser engañoso

El cambio constante de información hace que los consumidores pierdan la visión de conjunto

26.11.2024

En un informe publicado hoy, los auditores de la UE critican el hecho de que los consumidores puedan perder fácilmente la pista de las numerosas declaraciones que figuran en los productos alimenticios. El etiquetado de los alimentos tiene por objeto ayudar a los consumidores a comprar con conocimiento de causa. Sin embargo, los consumidores europeos se ven bombardeados cada vez con más promesas, logotipos, eslóganes, sellos de aprobación y calificaciones que no sólo confunden, sino que pueden ser francamente engañosos.

Europäischer Rechnungshof - European Court of Auditors

El etiquetado de los alimentos en la UE suele ser engañoso

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Keit Pentus-Rosimannus

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Las etiquetas contienen información sobre el contenido y las propiedades de los alimentos. A menudo también pretenden hacer más atractivos los productos destacando supuestas ventajas como "sano", "ecológico" o "sin gluten". Según los auditores, la normativa de la UE garantiza que las etiquetas contengan información básica para los consumidores, lo cual es un buen punto de partida. Sin embargo, también encontraron una serie de preocupantes lagunas en la legislación, así como problemas con los controles y las sanciones.

"En lugar de aportar claridad, las etiquetas de los alimentos suelen generar confusión; hay cientos de sistemas de etiquetado, logotipos y alegaciones diferentes que los compradores tienen que descifrar", afirma Keit Pentus-Rosimannus, miembro del Tribunal de Cuentas Europeo responsable de la fiscalización. "Las empresas son muy creativas con la información de sus envases. Sin embargo, las normas de la UE no siguen el ritmo de un mercado en constante evolución, lo que deja a unos 450 millones de consumidores europeos expuestos a mensajes engañosos, ya sea intencionadamente o no."

De hecho, según los auditores, las lagunas de la legislación de la UE podrían estar alimentando el engaño a los consumidores. Por ejemplo, la normativa de la UE permite destacar los beneficios nutricionales y para la salud incluso en productos con un alto contenido en grasa, azúcar o sal. Por ejemplo, los productos que contienen azúcar, como las barritas energéticas, podrían anunciarse como productos ricos en proteínas. Los consumidores también se enfrentan cada vez más a afirmaciones sobre las supuestas propiedades beneficiosas para la salud de sustancias vegetales que no están sujetas a ninguna normativa. Entre ellas figuran afirmaciones como "libera nueva energía" o "mejora el rendimiento físico", aunque no estén demostradas científicamente.

Algunos consumidores podrían incluso sentirse perjudicados por el etiquetado. Por ejemplo, los alérgicos a los alimentos a veces tienen que enfrentarse a advertencias sobre alérgenos demasiado cautelosas y afirmaciones vagas como "puede contener...". En la práctica, esto limita sus opciones. Los vegetarianos y veganos se ven especialmente afectados: El uso del etiquetado "vegano" o "vegetariano" no está regulado, ya que no existe una definición a escala de la UE para estos productos.

La información nutricional en la parte frontal de los envases, como Nutri-Score, NutrInform y Keyhole, no se utiliza en todos los países de la UE, ya que ninguno de los sistemas se ha consolidado. Sin embargo, unas normas normalizadas podrían ayudar a los consumidores a identificar los alimentos más sanos y prevenir potencialmente las enfermedades relacionadas con la dieta. En cambio, la coexistencia de distintos sistemas en los países de la UE, cada uno con mensajes y objetivos diferentes, tiene el efecto contrario: confundir a los consumidores en lugar de orientarlos.

Esta tendencia se ve exacerbada por la avalancha de etiquetas, logotipos y reclamos voluntarios diseñados para incitar a los consumidores a comprar. Entre ellos se incluyen las llamadas "etiquetas limpias" sobre la ausencia de determinados ingredientes (por ejemplo, "sin antibióticos") y propiedades no certificadas como "fresco" o "natural", así como una amplia gama de alegaciones medioambientales que equivalen al lavado verde. Los auditores lamentan que la normativa actual no pueda impedir estas prácticas.

A pesar de estas críticas, los auditores constataron que la educación de los consumidores no parece ser una gran prioridad. La UE solo había destinado unos 5,5 millones de euros a campañas de concienciación sobre el etiquetado de los alimentos entre 2021 y 2025, y los países de la UE solo habían llevado a cabo estas campañas de forma esporádica. Por ejemplo, el etiquetado de fechas exigido en los productos no suele ser bien entendido por los consumidores, ya que no está clara la diferencia entre la fecha de caducidad y la de consumo preferente.

Las empresas alimentarias también pueden aprovecharse de la debilidad de los controles y las sanciones. En el caso del etiquetado obligatorio, los controles suelen funcionar bien. Sin embargo, las declaraciones voluntarias, como las nutricionales y de propiedades saludables, o las ventas de alimentos por internet (que han aumentado considerablemente desde la pandemia), rara vez o nunca se controlan, y los sitios web fuera de la UE carecen casi por completo de regulación. Además, las multas impuestas por infracciones no suelen ser disuasorias, eficaces ni proporcionadas, según los auditores.

Nota: Este artículo ha sido traducido utilizando un sistema informático sin intervención humana. LUMITOS ofrece estas traducciones automáticas para presentar una gama más amplia de noticias de actualidad. Como este artículo ha sido traducido con traducción automática, es posible que contenga errores de vocabulario, sintaxis o gramática. El artículo original en Alemán se puede encontrar aquí.

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