Yo como lo que tú comes
A la hora de comprar la merienda, los niños de primaria suelen salir con sus compañeros: ¿influye esto en sus decisiones de compra?
¿Influyen los niños de primaria en la compra de aperitivos de sus compañeros? Un estudio de la Universidad de Bonn revela que sí. En presencia de amigos o compañeros de clase, los niños son más propensos a elegir la opción menos saludable, pero también la más barata. Estas conclusiones pueden servir de apoyo a la elaboración de políticas destinadas a motivar a los alumnos de primaria para que tomen decisiones más saludables. El estudio se ha publicado recientemente en la revista Appetite.
Ya sea durante el recreo escolar, en un quiosco de camino a casa o en la piscina... dondequiera y cuandoquiera que los escolares compren tentempiés por su cuenta, suelen hacerlo en compañía de sus compañeros. La cuestión de cómo se ven influidas sus decisiones de compra es interesante, sobre todo porque uno de cada siete niños de entre seis y doce años tiene sobrepeso en Alemania. No se trata de una cuestión baladí, ya que el sobrepeso puede provocar diabetes, enfermedades cardiovasculares y otras graves consecuencias para la salud a largo plazo. "Incluso en la escuela primaria, los niños suelen tener un poder adquisitivo considerable gracias a sus subsidios y regalos en metálico. Esto les permite tomar decisiones personales, como comprar bocadillos por su cuenta", señala Stefanie Landwehr, doctoranda de la Cátedra de Investigación de Mercados Agrícolas y Alimentarios de la Universidad de Bonn. "Para ayudar a los niños a tomar la decisión más saludable, es importante comprender los factores determinantes que influyen en sus decisiones de compra", explica. Aunque hay pruebas científicas de que el comportamiento alimentario de los niños se ve influido por la presencia de sus iguales, ningún estudio había examinado hasta ahora cómo afecta la presencia de los iguales a las decisiones de compra de los niños.
Para abordar esta cuestión, Landwehr diseñó este estudio junto con la profesora Monika Hartmann, jefa del departamento de Investigación de Mercados Agrícolas y Alimentarios del Instituto de Economía Alimentaria y de los Recursos de la Universidad de Bonn. Para su estudio, reclutaron a unos 130 alumnos de tercero y cuarto de primaria con edades comprendidas entre los ocho y los diez años. Al principio, los niños rellenaron un cuestionario para niños en el que se les preguntaba por sus preferencias en los aperitivos y sus conocimientos sobre nutrición: "Si un producto tiene un alto contenido de azúcar, ¿es bueno para mí?". Posteriormente, se les encomendó otra tarea diseñada para medir su capacidad de resolución de problemas. Como recompensa por participar hasta ese momento, los niños recibieron tres euros.
Parte de este dinero podían utilizarlo en un sencillo experimento de compra. Se les dieron estas opciones de bocadillos para elegir: galletas de chocolate (la opción menos saludable), puré de fruta en bolsitas, llamado Quetschies, (la segunda opción más saludable) y rodajas de manzana (la opción más saludable). Los niños podían elegir entre productos de marca de McDonald's y productos sin marca. El tercer criterio era el precio: los aperitivos estaban disponibles a 0,60 euros, 1,00 euros,1,40 euros.
Los niños tenían la oportunidad de elegir entre dos productos, por ejemplo, una bolsa pequeña de rodajas de manzana de McDonald's por 1,00 euros y un Quetschie sin marca por 0,60 euros. También podían decidir no comprar ninguno de los dos snacks. Su elección se registraba en una tarjeta de respuesta. Este proceso de selección se repitió un total de diez veces con diferentes combinaciones de aperitivos, marcas y precios. Al final, se permitía a cada niño extraer al azar una tarjeta de las diez tarjetas de respuesta, y se aplicaba la elección registrada en esa tarjeta. Esto significa que el niño recibía el bocadillo correspondiente y tenía que pagar el precio indicado en la tarjeta. Si la tarjeta de respuesta extraída indicaba que el niño había elegido no tomar ningún tentempié, el niño no recibía ningún tentempié y no tenía que pagar nada. El procedimiento se había explicado a los niños con un ejemplo antes del inicio del experimento, para que fueran conscientes de que una de sus decisiones sería elegida al azar y "vinculante".
Antes de comenzar el experimento, los niños fueron asignados aleatoriamente a uno de dos grupos: en uno de ellos participaban individualmente en el experimento de compra, mientras que en el otro grupo formaban pareja con otro niño de la misma edad. Incluso en el segundo grupo, cada niño tenía que hacer su propia elección. Sin embargo, en este grupo, los niños podían discutir sus decisiones entre ellos antes de elegir.
El análisis de los resultados indica que la conformidad parece desempeñar un papel importante en este grupo de edad: "Cuando los niños compraban bocadillos en presencia de un amigo, a menudo tomaban la misma decisión. En el 13,5% de los casos, ambos niños incluso eligieron sistemáticamente los mismos tentempiés en las diez rondas", explica Hartmann. Tendían a elegir con especial frecuencia la galleta de chocolate, la opción menos saludable. En cambio, los niños que participaron solos en el experimento optaron más a menudo por las Quetschies. "Una posible explicación de estas diferencias entre los dos grupos podría ser que los niños suponen que sus compañeros podrían considerar las galletas como "más chulas" o más apreciadas entre sus compañeros, quizá incluso porque son menos saludables", especula Hartmann.
Incluso los niños con un alto nivel de conocimientos sobre nutrición tomaron a menudo la misma decisión que sus compañeros. "Curiosamente, los niños del segundo grupo decidieron con más frecuencia no comprar ninguno de los dos tentempiés. "Parece que el deseo de conformidad llevó a tomar estas decisiones a pesar de las diferentes preferencias", postula Landwehr. Una observación positiva relacionada con esta "presión de grupo": los niños tendían a elegir opciones más económicas cuando estaban en presencia de otro niño, demostrando así una mayor conciencia del precio.
Un criterio que casi no influyó en las decisiones de compra de los niños fue la marca. Aunque los niños manifestaron que les gustaba McDonald's, los productos de esta marca fueron elegidos con menos frecuencia. "Las galletas, los Quetschies y las rodajas de manzana no son productos que los niños asocien habitualmente con McDonald's, por lo que la marca no desempeña un papel decisivo en este caso", asume Hartmann.
Los resultados del estudio aportan nuevas ideas para las políticas sanitarias: "Las campañas de promoción de una alimentación sana deberían tener en cuenta que los niños influyen en el comportamiento de compra de sus iguales", señala Landwehr. Esto podría lograrse, por ejemplo, mediante campañas informativas en las que los niños desempeñen un papel central. "Las campañas no solo deben hacer hincapié en los beneficios de los aperitivos saludables, sino también transmitir que las alternativas más sanas son también las más 'chulas'", añade Landwehr. Al mismo tiempo, aumentar los precios de los aperitivos menos saludables, por ejemplo, en el ámbito escolar, podría ser una medida eficaz.
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