Ir de puerta en puerta para salvar las calabazas de Egipto y hacer frente a la inseguridad alimentaria mundial

Pequeños agricultores y un equipo científico internacional se unen para ayudar a la agricultura a adaptarse al cambio climático

25.03.2022 - Estados Unidos

¿Cómo se puede ayudar a salvar un cultivo egipcio emblemático y nutritivo que ayudará a afrontar los retos de seguridad alimentaria derivados del cambio climático? Un equipo internacional de investigadores, dirigido por la Universidad de Massachusetts Amherst, descubrió que la mejor manera de empezar es conducir por el centro y el noreste de Egipto, llamar a las puertas de los pequeños agricultores y pedirles un puñado de sus semillas de calabaza.

Emad Mady

Uno de los campos de calabazas que Mady visitó en Egipto.

Los resultados de esa labor, anunciados recientemente en Molecular Biology Reports, muestran que el equipo ha logrado rastrear las variaciones bioquímicas y moleculares de nueve variedades diferentes de calabaza cultivadas en varias zonas climáticas del centro y el noreste de Egipto. La investigación es un primer paso crucial para identificar qué variedades de calabaza son ideales para la conservación y la mejora varietal con el fin de hacer frente a los desafíos para lograr la seguridad alimentaria en un mundo cambiante.

En Estados Unidos, solemos pensar en las calabazas sólo en otoño, cuando aparecen en tartas, galletas y cafés. Pero en gran parte del mundo, las calabazas son un alimento básico y se consumen todo el año. Las calabazas son una fuente especialmente nutritiva de grasas, proteínas, vitaminas A, C y E y varios compuestos que combaten las enfermedades y ayudan a prevenir desde el cáncer hasta las disfunciones reproductivas. Pero, como señala Emad Mady, estudiante de posgrado en conservación del medio ambiente en UMass Amherst y autor principal del artículo, no todas las calabazas son iguales.

"Me di cuenta por primera vez en Egipto", dice Mady. Los pequeños agricultores egipcios llevan generaciones cultivando calabazas, criándolas pacientemente para que prosperen en las condiciones locales, que pueden variar mucho en todo el país. Sin embargo, las grandes empresas agrícolas han empezado a introducir en Egipto semillas de calabaza que no son autóctonas de las condiciones locales, amenazando la supervivencia de las variedades tradicionales. Además, como estas nuevas semillas comerciales no se han adaptado a las condiciones locales, pueden agravar los problemas de inseguridad alimentaria .

"Nuestro objetivo", dice Mady, "es determinar qué cultivares de calabaza son los más adecuados para los entornos locales, y luego utilizar estos cultivares como base para fomentar la producción de calabaza en la agricultura egipcia".

Para ello, Mady viajó por todo el país, visitando a pequeños agricultores, recorriendo sus campos y recogiendo semillas. Luego colaboró con colegas egipcios de la Universidad de Al-Azhar y del Instituto de Investigación de Ingeniería Genética Agrícola, que realizaron una serie de pruebas químicas y moleculares en las semillas antes de que pudieran degradarse. Estas pruebas ayudaron a identificar el valor nutricional de variedades locales específicas, incluyendo su contenido en grasa, humedad, proteínas, fibra, minerales y carbohidratos, así como los marcadores genéticos que funcionan como una huella digital única para cada variedad específica.

Una vez que los colegas egipcios de Mady completaron su trabajo químico y molecular, él y su equipo de la UMass Amherst y el Springfield Technical Community College de Estados Unidos analizaron y clasificaron los resultados. Lo que descubrieron es que hay una variación significativa en el valor nutricional de las muestras que recogió Mady, y que estas variedades pueden identificarse con precisión mediante análisis genéticos. En conjunto, esta colaboración de pequeños agricultores e investigadores internacionales ha demostrado que las calabazas egipcias locales pueden utilizarse para ayudar a desarrollar futuras variedades altamente nutritivas y bien adaptadas al entorno específico de Egipto.

"Uno de los mayores problemas para hacer frente a los retos de la seguridad alimentaria en el mundo", dice Timothy Randhir, profesor de conservación del medio ambiente en la UMass Amherst y uno de los coautores del estudio, "es una colaboración internacional que pueda integrar los conocimientos y recursos locales para lograr un cambio positivo. Esta investigación es un modelo de cómo la comunidad de pequeños agricultores y la comunidad científica pueden trabajar juntos para abordar estas necesidades urgentes."

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