Edad y desperdicio de alimentos: los hogares japoneses de ancianos duplican el coste medioambiental

Una investigación destaca el creciente impacto climático del desperdicio de alimentos en poblaciones envejecidas

23.10.2024
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La producción de alimentos es uno de los pilares de la civilización humana y subyace a muchos de los cambios provocados por el hombre en los paisajes del planeta. Producir alimentos y llevarlos a los platos de la gente supone un gasto importante de energía y recursos. Por desgracia, aproximadamente un tercio de todos los alimentos producidos en el mundo no se consume y se desecha. De ahí que, para construir sociedades sostenibles, sea esencial reducir al mínimo el desperdicio de alimentos.

Dr. Yosuke Shigetomi from Ritsumeikan University, Japan

Los investigadores estudiaron la relación entre el desperdicio de alimentos en los hogares y diversos factores demográficos y económicos, revelando el intrincado papel de la edad.

En Japón, según las estimaciones de las instituciones gubernamentales, en 2021 se generaron en los hogares la asombrosa cifra de 2,47 megatoneladas de residuos alimentarios, gran parte de los cuales probablemente aún eran comestibles. Por tanto, Japón tiene bastante margen de mejora en lo que respecta a la minimización del desperdicio de alimentos en los hogares. El problema, sin embargo, es que no se sabe mucho sobre qué tipos de alimentos contribuyen más al desperdicio de alimentos, sus emisiones de gases de efecto invernadero asociadas y si sectores específicos de la población son más propensos a desperdiciar alimentos.

Ahora, un equipo de investigación dirigido por el profesor asociado Yosuke Shigetomi, de la Facultad de Ciencias e Ingeniería de la Universidad de Ritsumeikan (Japón), junto con Asuka Ishigami, de la Universidad de Nagasaki, el profesor asociado Andrew Chapman, de la Universidad de Kyushu, y el profesor asociado Yin Long, de la Universidad de Tokio (Japón), se ha propuesto colmar esta laguna. Mediante un análisis detallado del desperdicio de alimentos en los hogares japoneses que incorporaba datos demográficos y tendencias dietéticas, establecieron importantes vínculos entre la cantidad y el tipo de desperdicio de alimentos y sus emisiones y edad asociadas. Sus conclusiones se publicaron en Nature Communications el 21 de octubre de 2024.

Para llevar a cabo su análisis, los investigadores recopilaron estadísticas de consumo y desperdicio de alimentos de encuestas publicadas anteriormente. La información permitió al equipo determinar las proporciones entre partes comestibles/no comestibles de más de 2.000 productos alimentarios, así como la cantidad física de residuos alimentarios domésticos de varias categorías de alimentos. Combinando estos datos con estadísticas socioeconómicas relacionadas con la alimentación, estudiaron cómo afectan la edad y otros factores a la cantidad y el tipo de unos 200 alimentos desperdiciados.

El Dr. Shigetomi destaca la importante contribución de Asuka Ishigami a este estudio. "La Sra. Asuka Ishigami fue mi estudiante supervisada en mi antigua afiliación, la Universidad de Nagasaki. Aunque se graduó como licenciada en 2022, trabajó duro para recopilar todos los datos fundamentales y realizar el análisis inicial de este estudio a través de su tesis", afirma el Dr. Shigetomi.

Uno de los hallazgos más notables fue que el desperdicio de alimentos por persona en los hogares parece aumentar significativamente con la edad del cabeza de familia. La diferencia era asombrosa, ya que los hogares de ancianos producían potencialmente casi el doble de desperdicio alimentario que los hogares en los que el cabeza de familia tenía unos 30 años. Las verduras fueron también el tipo de alimento que más se desperdició. Del mismo modo, las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas al desperdicio de alimentos también aumentaban con la edad del cabeza de familia. En este caso, sin embargo, las verduras, los platos precocinados y el pescado y el marisco fueron los que más contribuyeron.

En conjunto, los resultados ponen de manifiesto que la edad puede estar directamente relacionada con el desperdicio de alimentos y las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas. "El envejecimiento de la población sería uno de los factores ocultos pero clave a tener en cuenta a la hora de proponer estrategias para reducir el desperdicio de alimentos generado directamente por los hogares", señala el Dr. Shigetomi. Además, la identificación de las verduras y las carnes como fuente principal o secundaria de desperdicio alimentario, pero ambas como fuentes importantes de gases de efecto invernadero, también pone de relieve la importancia de comprender qué categorías de alimentos contribuyen más a estos problemas, lo que a su vez permite desarrollar intervenciones y políticas más específicas. "Será esencial prestar más atención a las preferencias dietéticas y los estilos de vida de las distintas generaciones, sobre todo ante el deseo de que se produzcan cambios alimentarios hacia el vegetarianismo para combatir el cambio climático", añade el Dr. Shigetomi.

Las conclusiones de este estudio ayudarán a desarrollar estrategias eficaces para reducir el desperdicio de alimentos y concienciar sobre la amenaza medioambiental que supone. Las campañas educativas podrían ayudar mucho a las personas a ser más conscientes de los alimentos que consumen, cómo los cocinan y almacenan, y cuántos de ellos acaban tirándose a la basura.

Nota: Este artículo ha sido traducido utilizando un sistema informático sin intervención humana. LUMITOS ofrece estas traducciones automáticas para presentar una gama más amplia de noticias de actualidad. Como este artículo ha sido traducido con traducción automática, es posible que contenga errores de vocabulario, sintaxis o gramática. El artículo original en Inglés se puede encontrar aquí.

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