Cómo pueden afectar los nutrientes vegetales al intestino y al cerebro

Un estudio prueba la relación en adultos con sobrepeso

12.10.2023
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¿Pueden los nutrientes vegetales alterar las bacterias intestinales y afectar a la función cerebral? Científicos del Centro Médico de la Universidad de Leipzig, el Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas y el Centro Helmholtz de Investigación Medioambiental investigaron esta cuestión en un estudio de adultos con sobrepeso. Sus conclusiones, publicadas en la revista Gut, sugieren que la fibra dietética puede influir tanto en la composición de las bacterias intestinales como en las señales de recompensa del cerebro y la toma de decisiones alimentarias asociadas.

Los prebióticos se utilizan para fomentar la colonización de bacterias beneficiosas en el intestino. Estas fibras dietéticas no digeribles se encuentran en alimentos de origen vegetal como la cebolla, el puerro, la alcachofa, el trigo, el plátano y en altas concentraciones en la raíz de achicoria. Favorecen la salud intestinal al promover el crecimiento y la actividad de las bacterias intestinales beneficiosas. Los investigadores han estudiado ahora si ciertos prebióticos pueden influir también en la función cerebral mejorando la comunicación entre el microbioma intestinal y el cerebro.

El estudio de intervención dirigido por el Centro Médico de la Universidad de Leipzig indica que el consumo de altas dosis de prebióticos dietéticos conduce a una reducción de la activación cerebral relacionada con la recompensa en respuesta a estímulos alimentarios hipercalóricos. "Los resultados sugieren una posible relación entre la salud intestinal y la función cerebral, en este caso la toma de decisiones alimentarias", afirma la doctora Veronica Witte, coautora del estudio y científica del Centro Médico de la Universidad de Leipzig.

Para el estudio se seleccionaron adultos jóvenes y de mediana edad con sobrepeso que seguían una dieta occidental omnívora. Los 59 voluntarios consumieron 30 gramos diarios de inulina, un prebiótico procedente de la raíz de achicoria, durante 14 días. Durante la resonancia magnética funcional, se mostraron a los participantes imágenes de alimentos y se les preguntó cuánto deseaban comer las comidas representadas. Tras el experimento de IRM, se les proporcionó el plato mejor valorado y se les pidió que lo consumieran.

El examen de IRM se repitió en cuatro momentos, antes y después de la administración de prebióticos y antes y después de una fase de placebo en la que los participantes recibieron un preparado con idéntica densidad energética pero sin prebióticos. Cuando los participantes evaluaron alimentos ricos en calorías, se produjo una activación comparativamente menor de las áreas cerebrales relacionadas con la recompensa después de haber consumido la fibra prebiótica. Este efecto iba acompañado de un cambio en la composición de las bacterias intestinales.

Los hallazgos, derivados de neuroimágenes avanzadas, secuenciación de nueva generación de bacterias intestinales y análisis combinados de posibles vías metabólicas, sugieren que los cambios microbianos funcionales pueden subyacer a la respuesta cerebral alterada ante las señales de alimentos hipercalóricos. Se analizaron muestras de sangre de los participantes en ayunas para detectar hormonas gastrointestinales, glucosa, lípidos y marcadores inflamatorios. Además, se midió la microbiota intestinal y sus metabolitos, concretamente los ácidos grasos de cadena corta, en muestras de heces. La investigación se llevó a cabo dentro del Centro de Investigación Colaborativa 1052, "Mecanismos de la Obesidad".

"Se necesitan más estudios para investigar si los tratamientos que alteran el microbioma podrían abrir nuevas vías para enfoques menos invasivos de la prevención y el tratamiento de la obesidad. Una mejor comprensión de los mecanismos subyacentes entre el microbioma, el intestino y el cerebro podría ayudar a desarrollar nuevas estrategias que promuevan hábitos alimentarios más saludables en personas de riesgo", afirma el Dr. Witte. Actualmente se está realizando un estudio de seguimiento en el que se examinan los efectos de la administración a largo plazo de altas dosis de prebióticos durante seis meses sobre el comportamiento alimentario, la función cerebral y el peso corporal en personas con sobrepeso y obesidad.

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