Efecto Dunning-Kruger con barritas de muesli
Los que menos saben se consideran muy competentes
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Rebecca Scheiber, Matthias Karmasin y Sandra Diehl (todos ellos del Instituto de Estudios de Medios y Comunicación de la Universidad de Klagenfurt) encuestaron a mil personas representativas de la población austriaca. Los participantes en el estudio se enfrentaron a un anuncio ficticio de una barrita de muesli y chocolate supuestamente saludable. Aunque el anuncio anunciaba "proteínas" y "bajo contenido en carbohidratos", correspondía a los participantes en el estudio evaluar los valores nutricionales.
Los resultados muestran claramente que el efecto Dunning-Kruger se aplica a ambos. Los que menos sabían sobre las estrategias publicitarias potencialmente engañosas utilizadas para comercializar un producto poco saludable como sano y sobre los valores nutricionales reales de una barrita de muesli anunciada eran los más propensos a sobrestimar sus propios conocimientos sobre alimentación y medios de comunicación. También se confirmó el efecto contrario.
"El problema es que las personas con un bajo nivel de conocimientos también tienen más probabilidades de ser usuarios activos de los medios sociales", explica Rebecca Scheiber. Esto podría significar que sus conocimientos incorrectos se difunden más fácilmente a través de estos canales". Sin embargo, otros resultados parciales del estudio muestran un panorama más optimista, como explica Scheiber más adelante: "Los bien informados también suelen ser considerados líderes de opinión, lo que significa que pueden influir positivamente en los demás con sus conocimientos".
Las conclusiones son muy relevantes para los responsables de la comunicación sanitaria: "No sólo necesitamos más educación sobre la publicidad engañosa y los valores nutricionales de los alimentos, sino también sobre el efecto Dunning-Kruger. La gente debe ser consciente de que su autoevaluación puede ser incorrecta". En este caso, el efecto es especialmente insidioso para los consumidores, porque, prosigue Scheiber: "Los consumidores con menos conocimientos pero con gran confianza en sus capacidades son los más vulnerables a la publicidad engañosa de alimentos, ya que son menos escépticos y están más dispuestos a comprar el producto sin ser conscientes de sus efectos potencialmente negativos."
El equipo de investigación recomienda que las campañas de comunicación sobre salud sean conscientes de estos efectos y los tengan en cuenta en consecuencia. En última instancia, sin embargo, se necesitan normativas legales más estrictas, sobre todo para el etiquetado de los alimentos, ya que la autoevaluación de los consumidores es errónea e inexacta.
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