El "muro verde" de África también tiene sentido económico
© FAO, http://www.fao.org/in-action/action-against-desertification/en
La iniciativa de la "Gran Muralla Verde" pretende compensar e invertir esta pérdida mediante la plantación masiva de árboles y pastos autóctonos. Se pretende restaurar 100 millones de hectáreas de tierra de esta manera. Sin embargo, hasta ahora este ambicioso objetivo está muy lejos de alcanzarse, en parte por la falta de recursos financieros.
Sin embargo, esto podría cambiar en el futuro: A principios de este año, varios países donantes se comprometieron a aportar casi 15.000 millones de dólares al proyecto en la Cumbre de Un Planeta para la Biodiversidad. "Para utilizar estos fondos de forma eficiente, ahora tenemos que preguntarnos dónde y para qué medidas deben emplearse de forma más sensata", subraya el Dr. Alisher Mirzabaev, del Centro de Investigación para el Desarrollo (ZEF) de la Universidad de Bonn.
Cada dólar invertido produce 20 céntimos de rendimiento neto
El economista agrícola ha dirigido un estudio que ofrece una respuesta. Los investigadores dividieron la región del Sahel en 40 millones de parcelas de 25 hectáreas cada una. Para cada una de ellas, analizaron qué medidas de restauración de tierras serían posibles y cuánto costarían. Compararon este cálculo con los beneficios económicos que podrían obtenerse.
"Por un lado, se incluyen los llamados servicios de aprovisionamiento", explica Mirzabaev: "Son las cosas que producen los ecosistemas: Alimentos y agua potable, materias primas como la madera o las plantas medicinales". También hay otros efectos, como un mejor clima, menos erosión eólica o servicios de los polinizadores, que a su vez aumentan el rendimiento de las cosechas de los agricultores. También ellos pueden tener un precio hoy en día.
Los resultados demuestran que la construcción del "muro verde" también merece la pena desde el punto de vista económico. Pero la cuantía depende de varios factores. Por regla general, la reforestación sería lo más ventajoso desde el punto de vista económico y ecológico. Pero se necesitan décadas para que unos cientos de plantones se conviertan en un bosque. Por tanto, la inversión sólo da frutos a muy largo plazo.
La situación es diferente cuando las zonas degradadas se convierten en tierras de cultivo. "En el mejor de los casos, la primera cosecha es posible al cabo de un año", dice Mirzabaev. La restauración de las tierras de cultivo puede, por tanto, amortizarse con relativa rapidez, ya que muchos pequeños agricultores pobres prefieren también un rendimiento rápido de sus actividades de restauración. Sin embargo, los beneficios que pueden obtenerse como resultado son significativamente menores, al igual que los efectos medioambientales.
"En nuestro análisis, trabajamos con diferentes escenarios, algunos de los cuales están más orientados a los beneficios a corto plazo, mientras que otros son más a largo plazo", explica el economista agrícola, que es miembro del Área de Investigación Transdisciplinaria "Futuros Sostenibles" de la Universidad de Bonn. El llamado escenario de referencia, por ejemplo, incluye una mezcla de beneficios a corto y largo plazo. En él, cada dólar gastado produce un rendimiento neto medio de 20 céntimos.
La mitad de las regiones rentables son demasiado inciertas para actuar
Sin embargo, hay enormes variaciones regionales en este sentido. El balance económico más positivo corresponde a partes de Nigeria, Eritrea y Etiopía. Aquí es donde la inversión en el "Muro Verde" merece más la pena. Para financiar todas las medidas propuestas en este escenario, se necesitaría una suma de 44.000 millones de dólares estadounidenses. Esto permitiría restaurar 28 millones de hectáreas de tierra.
Sin embargo, el análisis también muestra que esto probablemente sólo funcionará en teoría. La razón es que, debido a los violentos conflictos, muchas de las regiones en las que tendría sentido construir el Muro Verde son sencillamente demasiado inseguras para tales medidas. "Si quitamos estas zonas, sólo nos quedan 14 millones de hectáreas", señala Mirzabaev. "Esto demuestra hasta qué punto estos conflictos no sólo causan sufrimiento humano directo, sino que impiden el desarrollo positivo de las regiones afectadas".
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