La invasión rusa de Ucrania ha disparado los precios de productos agrícolas como los cereales, los aceites vegetales y los fertilizantes. Esto podría desestabilizar la seguridad alimentaria, sobre todo en los países dependientes de las importaciones de la región de Oriente Medio y Norte de África (MENA). En el último Policy Brief 44 de la IAMO, Thomas Glauben, Miranda Svanidze, Linde Götz, Sören Prehn, Tinoush Jamali Jaghdani, Ivan Duric y Lena Kuhn evalúan la situación actual del mercado mundial del trigo.
La guerra en Ucrania ha agravado las tensiones existentes en los mercados mundiales de alimentos, que probablemente se remontan a la pandemia del COVID-19. Desde finales de 2021, los precios de productos agrícolas como los cereales y los aceites vegetales han alcanzado máximos históricos, superando incluso los niveles de las crisis mundiales de precios de los alimentos de hace más de una década. Ahora, la invasión rusa de Ucrania ha hecho que los precios se disparen aún más. Esto puede desestabilizar la seguridad alimentaria en los países dependientes de las importaciones con bajos ingresos per cápita, especialmente en la región de Oriente Medio y Norte de África y el África subsahariana, que se abastecen de trigo en Rusia y Ucrania. Las interrupciones de las exportaciones de la región del Mar Negro y los altos precios están agravando aún más la ya crítica situación alimentaria de estas regiones.
Sin embargo, se espera que la demanda mundial de trigo se satisfaga en la actual campaña y que países como India, Estados Unidos y Australia aumenten sus exportaciones para cubrir el vacío de suministro que dejan Rusia y Ucrania. Es difícil predecir lo que sucederá más allá de esta campaña, ya que ello vendrá determinado por la evolución del conflicto actual, además de los fundamentos agrícolas de las principales regiones de oferta y demanda. Sin embargo, las previsiones preliminares no auguran cambios drásticos en los volúmenes del comercio mundial de los principales productos agrícolas en la próxima campaña. No obstante, es posible que los flujos del comercio agrícola internacional tengan que adaptarse, lo que podría tener consecuencias negativas. No se espera que los precios bajen pronto y los consumidores, sobre todo en los países en desarrollo, tendrán que soportar la carga. No se prevé que la agricultura y los consumidores europeos experimenten grandes cambios a medio plazo.
Se necesita un comercio mundial abierto y competitivo para superar las (posibles) perturbaciones comerciales y crear estructuras de suministro que puedan adaptarse fácilmente a las perturbaciones, sea cual sea la causa. Se desaconsejan firmemente los llamamientos a avanzar hacia una economía de planificación centralizada, el aislamiento o la autosuficiencia, ya que esto sólo iría en detrimento de la seguridad alimentaria en el Sur Global.
"Incluso si las exportaciones de otros países pueden compensar las interrupciones del comercio en la región del Mar Negro, deben hacerse esfuerzos geopolíticos para garantizar que Ucrania y Rusia sigan siendo partes clave del sistema de comercio agrícola mundial. Esta es la única manera de lograr la seguridad alimentaria mundial. Su elevado potencial de producción y exportación refuerza la "red de seguridad del comercio agrícola internacional" y contribuye de forma significativa a la lucha contra el hambre en el Sur Global", afirma el director de la IAMO, Thomas Glauben.
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