Cambiar las elecciones de los consumidores puede ayudar a reducir los gases de efecto invernadero
Los investigadores creen que el 56,9% de la población mundial, que actualmente consume en exceso, ahorraría el 32,4% de las emisiones alimentarias mundiales si cambiara su dieta por la dieta de salud planetaria propuesta por la Comisión EAT-Lancet.
Un grupo internacional de investigadores publica sus conclusiones en Nature Climate Change y señala que el cambio a la dieta planetaria de la salud equilibraría el aumento del 15,4% de las emisiones alimentarias mundiales que se produciría si las poblaciones que actualmente consumen menos (el 43,1% de la población mundial) adoptaran dietas más sanas.
Dentro de los países, los grupos de consumidores con mayores gastos suelen provocar más emisiones alimentarias debido a un mayor consumo de carne roja y productos lácteos. Este estudio muestra que los países prósperos consumen dietas con altas emisiones pero muestran niveles relativamente más bajos de desigualdad, mientras que muchos países pobres tienden a tener dietas con menores emisiones pero mayores niveles de desigualdad.
El autor principal, el Dr. Yuli Shan, de la Universidad de Birmingham, comentó: "En comparación con los productos de origen vegetal, los de origen animal muestran un mayor potencial para reducir las emisiones.
"Deberíamos tratar de reducir el consumo excesivo de productos que generan muchas emisiones en los países ricos, como la carne de vacuno en Australia y Estados Unidos, especialmente para los grupos de consumidores ricos que la consumen en exceso, lo que ayudaría a conseguir importantes beneficios para la salud y el clima".
Los investigadores afirman que la introducción de incentivos, como el precio del carbono, el etiquetado ecológico y la ampliación de la disponibilidad de productos menos intensivos en emisiones, como la comida vegetariana, pueden animar a los consumidores a hacer cambios en su dieta.
Un entorno alimentario bien diseñado puede remodelar las pautas dietéticas de los residentes, y el desarrollo paralelo de la planificación y las infraestructuras urbanas puede contribuir a reducir las barreras temporales y económicas que impiden a la gente adoptar dietas más sanas.
Sin embargo, los expertos señalan que en países como Mongolia, donde las dietas dependen en gran medida de la carne roja y los productos lácteos debido a un estilo de vida nómada tradicional, los cambios de dieta pueden no ser factibles, pero es necesario mejorar la educación nutricional nacional.
El autor correspondiente, el profesor Klaus Hubacek, de la Universidad de Groninga, declaró: "Los países de renta baja se enfrentan a mayores retos para conseguir dietas más sanas, ya que más de 1.500 millones de personas de renta baja en todo el mundo no pueden permitirse el coste de la dieta de salud planetaria".
"Los cambios en la dieta requieren un mayor consumo de alimentos, pero el África subsahariana, así como el sur y el sureste de Asia, han experimentado un estancamiento de la eficiencia de la producción agrícola durante décadas y no pueden producir ni permitirse importar los alimentos necesarios.
"La eficiencia agrícola debe aumentar a través de diversas medidas como las técnicas de gestión de cultivos y suelos y la introducción de variedades de cultivos de alto rendimiento. Pero la proporción de productos ricos en nutrientes en las importaciones de alimentos debe aumentar, junto con una reducción de las políticas comerciales restrictivas que tienden a subir los precios de los alimentos."
Los investigadores señalan que las poblaciones pobres suelen optar por alimentos más baratos y calóricos, pero con menos beneficios nutricionales. El alto coste y la baja asequibilidad siguen siendo los mayores obstáculos para que estas personas elijan dietas más sanas, lo que significa que los esfuerzos políticos deben centrarse en hacer que los alimentos sean más asequibles y accesibles, especialmente para los grupos de menor gasto.
El estudio evalúa la distribución desigual de las emisiones alimentarias (incluidas las emisiones derivadas del uso de la tierra y las emisiones fuera de las explotaciones) de 140 productos alimentarios en 139 países o zonas, que abarcan el 95% de la población mundial. A partir de datos detallados sobre el gasto, revela el grado de desigualdad de las emisiones alimentarias dentro de los países.
El primer autor, Yanxian Li, estudiante de doctorado en la Universidad de Groningen, añadió: "El objetivo del escenario de cambio de dieta es evaluar las posibles implicaciones de la mitigación de emisiones del sistema alimentario resultantes de cambiar las opciones de los consumidores en lugar de obligar a todos a adoptar la misma dieta".
La composición de la producción mundial de alimentos tendría que cambiar considerablemente para adaptarse a los cambios sustanciales de la demanda si se sigue la vía de la carne a la planta.
Los cambios en la dieta requerirían que la oferta mundial (en contenido calórico) de carne roja disminuyera un 81%, la de azúcares un 72%, la de tubérculos un 76% y la de cereales un 50%, mientras que la de legumbres y frutos secos aumentaría un 438%, la de grasas añadidas un 62% y la de verduras y frutas un 28%.
El cambio en la demanda de alimentos podría provocar fluctuaciones en los precios de los productos agrícolas y de la tierra en los mercados mundiales, desencadenando efectos indirectos entre las distintas categorías de alimentos o hacia otros sectores no alimentarios -como el estímulo de la producción de biocombustibles- y contrarrestando en parte los beneficios de los cambios en la dieta.
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