El consumo de café se relaciona con un menor riesgo de lesión renal aguda
"Se ha postulado que la cafeína inhibe la producción de moléculas que causan desequilibrios químicos y el uso de demasiado oxígeno en los riñones"
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Los resultados, publicados el 5 de mayo en la revista Kidney International Reports, muestran que quienes bebían cualquier cantidad de café al día tenían un riesgo un 15% menor de sufrir una LRA, y las mayores reducciones se observaban en el grupo que bebía de dos a tres tazas al día (un riesgo un 22%-23% menor).
"Ya sabemos que beber café de forma regular se ha asociado a la prevención de enfermedades crónicas y degenerativas, como la diabetes de tipo 2, las enfermedades cardiovasculares y las hepáticas", afirma el autor correspondiente del estudio, el doctor Chirag Parikh, director de la División de Nefrología y profesor de medicina de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. "Ahora podemos añadir una posible reducción del riesgo de IRA a la creciente lista de beneficios para la salud de la cafeína".
La LRA, tal y como la describe la Fundación Nacional del Riñón, es un "episodio repentino de insuficiencia renal o daño renal que se produce en unas horas o unos días". Esto hace que los productos de desecho se acumulen en la sangre, dificultando que los riñones mantengan el equilibrio correcto de líquidos en el cuerpo.
Los síntomas de la LRA difieren según la causa y pueden incluir: poca orina que sale del cuerpo; hinchazón en las piernas y los tobillos, y alrededor de los ojos; fatiga; falta de aliento; confusión; náuseas; dolor en el pecho y, en casos graves, convulsiones o coma. Este trastorno es más frecuente en pacientes hospitalizados cuyos riñones se ven afectados por el estrés y las complicaciones médicas y quirúrgicas.
A partir de los datos del Estudio sobre el Riesgo de Aterosclerosis en las Comunidades, una encuesta en curso sobre enfermedades cardiovasculares en cuatro comunidades estadounidenses, los investigadores evaluaron a 14.207 adultos reclutados entre 1987 y 1989 con una edad media de 54 años. Se encuestó a los participantes en siete ocasiones a lo largo de un periodo de 24 años sobre el número de tazas de café de 8 onzas que consumían al día: cero, una, de dos a tres, o más de tres. Durante el periodo de la encuesta, se registraron 1.694 casos de lesión renal aguda.
Cuando se tuvieron en cuenta las características demográficas, el nivel socioeconómico, las influencias del estilo de vida y los factores dietéticos, el riesgo de sufrir una lesión renal aguda fue un 15% menor entre los participantes que consumían cualquier cantidad de café y los que no lo hacían. Si se tienen en cuenta las comorbilidades adicionales -como la presión arterial, el índice de masa corporal (IMC), el estado de la diabetes, el uso de medicación antihipertensiva y la función renal-, los individuos que tomaban café seguían teniendo un riesgo un 11% menor de desarrollar una IRA en comparación con los que no lo hacían.
"Sospechamos que la razón del impacto del café en el riesgo de IRA puede ser que los compuestos biológicamente activos combinados con la cafeína o la cafeína en sí misma mejoran la perfusión y la utilización del oxígeno en los riñones", dice Parikh. "La buena función renal y la tolerancia a la IRA dependen de un suministro constante de sangre y oxígeno".
Según Parikh, se necesitan más estudios para definir los posibles mecanismos de protección del consumo de café para los riñones, especialmente a nivel celular.
"Se ha postulado que la cafeína inhibe la producción de moléculas que causan desequilibrios químicos y el uso de demasiado oxígeno en los riñones", explica. "Quizá la cafeína ayuda a los riñones a mantener un sistema más estable".
Parikh y sus colegas señalan que los aditivos del café, como la leche, la mezcla, la crema, el azúcar o los edulcorantes, también podrían influir en los riesgos de LRA y justifican una investigación más profunda. Además, los autores afirman que el consumo de otros tipos de bebidas con cafeína, como el té o los refrescos, debe considerarse como un posible factor de confusión.
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