El etiquetado calórico fomenta la elección de alimentos bajos en calorías
Sin embargo, sólo ligeramente
Los alimentos preenvasados son una parte esencial de nuestra dieta diaria. A menudo se trata de productos complejos con diferentes ingredientes. A menudo es difícil para los consumidores evaluar el contenido en nutrientes o energía de estos alimentos y bebidas.
Desde 2016, el etiquetado de los valores nutricionales medios por 100 g o 100 ml es obligatorio por ley en la mayoría de los alimentos envasados en Alemania. Además, desde 2020 es posible etiquetar voluntariamente la calidad nutricional de un producto utilizando la Nutri-Score.
Un equipo de investigación Cochrane del Reino Unido encontró y analizó 25 estudios sobre los efectos del etiquetado calórico en la selección, compra y consumo de alimentos. La mayoría de los estudios se realizaron en entornos reales en los que la gente suele comprar o consumir alimentos, como restaurantes, comedores y supermercados. Los estudios analizados incluían a más de 10.000 participantes de países de renta alta como Canadá, Francia, Reino Unido y Estados Unidos. Dos de los estudios también analizaron las bebidas alcohólicas, pero sus resultados son demasiado inciertos para extraer conclusiones fiables.
En general, los autores de la Cochrane descubrieron que el etiquetado calórico provoca una ligera reducción de la cantidad de calorías seleccionadas. En concreto, esto significa Por término medio, se selecciona un 1,8% menos de calorías por comida. Para una comida de 600 calorías, esto corresponde a unas 11 calorías, comparables a dos almendras. Esta ligera reducción se considera segura (16 estudios con 9850 participantes, confianza alta en las pruebas). Esto también puede tener un efecto sobre el consumo, con 35 kcal menos consumidas por comida media (8 estudios con 2134 participantes, baja certeza de la evidencia).
Aunque este ahorro en comidas o compras individuales sea pequeño, los pequeños cambios diarios podrían conducir a una reducción del aumento de peso que suele producirse con el aumento de la edad, por ejemplo. Sin embargo, se trata de especulaciones y faltan datos.
Siguen preocupando los posibles efectos sobre los grupos vulnerables, como las personas con trastornos alimentarios. La revisión afirma que hay muy pocos datos sobre los posibles efectos negativos, incluidas las consecuencias para el bienestar mental. Por lo tanto, queda por ver si el pequeño efecto potencialmente significativo a largo plazo sobre la elección de alimentos compensa los posibles efectos negativos.
El etiquetado calórico podría formar parte de un planteamiento más amplio que responsabilizara más a la industria alimentaria con medidas como impuestos, restricciones a la publicidad y reformulación de productos.
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